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miércoles, 7 de julio de 2010

Oraciones al Espíritu Santo

Indice de oraciones:


1.- Consagración al Espíritu Santo
2.- Rosario del Espíritu Santo
3.- Pequeña Oración al Espíritu Santo
4.- Consagración II al Espíritu Santo
5.- Ven, Espíritu Santo
6.- Entrega total al Espíritu Santo





1.- Consagración al Espíritu Santo



Espíritu Santo, divino Espíritu de luz y amor, te consagro mi entendimiento, mi corazón, mi voluntad y todo mi ser, en el tiempo y en la eternidad.

Que mi entendimiento este siempre sumiso a tus divinas inspiraciones y enseñanzas de la doctrina de la Iglesia católica que tu guías infaliblemente.

Que mi corazón se inflame siempre en amor de Dios y del prójimo. Que mi voluntad este siempre conforme a tu divina voluntad.

Que toda mi vida sea fiel imitación de la vida y virtudes de Nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A El, contigo y el Padre sea dado todo honor y gloria por siempre.

Dios Espíritu Santo, infinito amor del Padre y del Hijo, por las manos purísimas de María, tu esposa inmaculada, me pongo hoy y todos los días de mi vida sobre tu altar escogido, el Sagrado Corazón de Jesús, como un sacrificio en tu honor, fuego consumidor, con firme resolución ahora más que nunca de oír tu voz y cumplir en todas las cosas tu santísima y adorable voluntad.








2.- Rosario al Espíritu Santo



Antes de cada misterio: Ven Espíritu Santo, inflama nuestro corazón en las ansias redentoras del corazón de Cristo, para que ofrezcamos de veras nuestras personas y obras, en unión con Él, por la redención del mundo, para la Gloria del Padre. Amén.


Al final de cada misterio: Gloria al Padre, Gloria al Hijo, Gloria al Espíritu Santo, como era en un principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén.

1er. Misterio: La conversión

(Pedir el don de Temor de DIOS)
Antes de cada invocación dicen todos: Oh, Espíritu Santo, alma de mi alma…

1.- Conviérteme
2.- Sáname
3.- Vivifícame
4.- Sálvame
5.- Fortaléceme
6.- Perdóname
7.- Purifícame
8.- Lávame
9.- Absuélveme
10.- Reconcíliame

2er. Misterio: La Iluminación

(Pedir el don de Entendimiento y Consejo)
Antes de cada invocación dicen todos: Oh, Espíritu Santo, alma de mi alma…

1.- Ilumíname
2.- Aconséjame
3.- Guíame
4.- Instrúyeme
5.- Oriéntame
6.- Úngeme
7.- llámame
8.- Atráeme
9.- Rígeme
10.- Caliéntame

3er. Misterio: El Despojo

(Pedir el don de Fortaleza)
Antes de cada invocación dicen todos: Oh, Espíritu Santo, alma de mi alma…

1.- Despójame
2.- Pídeme
3.- Quebrántame
4.- Vacíame
5.- Hiéreme
6.- Derríbame
7.- Vénceme
8.- Libérame
9.- Tómame
10.- Revísteme

4er. Misterio: La Invasión

(Pedir el don de Ciencia y Piedad)
Antes de cada invocación dicen todos: Oh, Espíritu Santo, alma de mi alma…

1.- Invádeme
2.- Lléname
3.- Inúndame
4.- Embriágame
5.- Inhabítame
6.- Fecúndame
7.- Sáciame
8.- Mírame
9.- Bésame
10.- Poséeme

5er. Misterio: La Transfiguración

(Pedir el don de Sabiduría)
Antes de cada invocación dicen todos: Oh, Espíritu Santo, alma de mi alma…

1.- Bautízame
2.- Úngeme
3.- Séllame
4.- Úsame
5.- Tócame
6.- Conságrame
7.- Unifícame
8.- Transfórmame
9.- Abrázame
10.- Divinízame






 

3.- Pequeña Oración al Espíritu Santo


Sopla sobre mí, Espíritu Santo,
para que todos mis pensamientos sean santos.

Actúa en mi, Espíritu Santo,
para que también mi trabajo sea santo.

Induce mi corazón, Espíritu Santo,
para que ame solamente a aquello que es santo.

Fortaléceme, Espíritu Santo,
para defender todo lo que es santo.

Guárdame, Espíritu Santo,
para que yo siempre sea santo.




4.- Consagración (II) al Espíritu Santo
Recibe, ¡oh Espíritu Santo!, la consagración perfecta y absoluta de todo mi ser, dígnate ser en adelante, en cada uno de los instantes de mi vida y en cada una de mis acciones: mi Director, mi Luz, mi Guía, mi Fuerza y todo el Amor de mi corazón.


Yo me abandono sin reservas a tus  operaciones divinas y quiero ser siempre dócil a tus santas inspiraciones.
¡Oh Espíritu Santo!, dígnate formarme con María y en María según el modelo de vuestro amado JESÚS.
Gloria al Padre Creador; Gloria al Hijo Redentor; Gloria al Espíritu Santo Santificador. Amén.






5.- Ven Espiritu Santo




Ven, Espíritu Santo,

y envía del Cielo
un rayo de tu luz.

Ven, padre de los pobres,
ven, dador de gracias,
ven luz de los corazones.

Consolador magnífico,
dulce huésped del alma,
su dulce refrigerio.

Descanso en la fatiga,
brisa en el estío,
consuelo en el llanto.

¡Oh luz santísima!
llena lo más íntimo
de los corazones de tus fieles.

Sin tu ayuda,
nada hay en el hombre,
nada que sea bueno.

Lava lo que está manchado,
riega lo que está árido,
sana lo que está herido.

Dobla lo que está rígido,
calienta lo que está frío,
endereza lo que está extraviado.

Concede a tus fieles,
que en Ti confían
tus siete sagrados dones.

Dales el mérito de la virtud,
dales el puerto de la salvación,
dales la felicidad eterna.



6.- Entrega Total al Espíritu Santo


Santo Espíritu,
Paráclito,
Fuerza que viene de lo Alto:
Te doy mi corazón para que lo llenes de Ti.
Te doy mi cuerpo para que se mueva por Ti.
Te doy mi alma para que la inundes de Ti.
Te doy mi mente para que la ilumines con tu Luz.
Te doy mi espíritu y ahi toma posesión de mi ser para que controles mi cuerpo y mi alma y se sometan a Ti.
Mira por mis ojos, oye por mis oídos, habla por mi boca, piensa por mi mente, siente por mi corazón. Amén.

Oración de reconciliación

Oh Jesús, a través de tu compasión,
enséñanos a perdonad desde el amor,
enséñanos a olvidad desde la humildad
Ayúdanos a examinar nuestro corazón y
a ver si hay alguna herida no perdonada,
o alguna amargura sin olvido.

Permite que el Espíritu Santo
penetre en mi espíritu y remueva
todo rastro de enojo.

Derrama tu amor, paz y alegría en
nuestros corazones, en proporción a
nuestro vacío de propia complacencia,
vanidad, ira y ambición .
ayúdanos a cargar con ánimo
la Cruz de Cristo.

Santo cura de Ars

Oración de Revestimiento

De vez en cuando, es bueno rezar esta oración en las comunidades, incluso repartiendo copias a todos los hermanos para seguir su lectura. Es una práctica efectiva sobre todo cuando existen amenazas en los grupos bíblicos o de oración, ya que siempre el enemigo trata de destruir la obra de Dios. De igual forma, cada uno puede utilizar esta oración para su oración personal.


Oración de revestimiento


Despojarse del hombre viejo con sus obras y revestíos del hombre nuevo. Cuando nos revestimos de la armadura de Dios, es revestirnos de Jesucristo como Vencedor, así que el diablo huye porque reconoce a Jesucristo como vencedor en nosotros.

Revestimiento

Me revisto con el cinturón de la verdad: Jesucristo tú eres mi verdad, Jesucristo tú eres mi luz, Jesucristo tú eres mi sabiduría.
Me revisto con la coraza de la justicia: Jesucristo tú eres mi Justicia, Jesucristo tú eres mi santidad, Jesucristo tú eres mi amor, Jesucristo tú eres mi Pureza, Jesucristo tú eres mi gozo, Jesucristo tú eres mi Paz.
Me calzo los pies con el celo por el evangelio: Jesucristo tú eres mi Fortaleza, Jesucristo tú eres mi Roca, me revisto de tu celo por proclamar el Evangelio.
Embrazo el escudo de la Fe para contrarrestar los dardos encendidos del maligno: Jesucristo tú eres mi Fe, me revisto de tus promesas, me revisto de tu protección.
Tomo el casco de la Salvación: Me revisto de tu Perdón, me revisto de tu Redención, me revisto de tu Muerte, me revisto de tu Resurrección, me revisto de tus pensamientos.
Tomo la espada del Espíritu que es la Palabra de Dios: Jesucristo tú eres mi Luz, Jesucristo tu eres mi Vida, Jesucristo tú eres mi Maestro, Jesucristo tú eres mi Alimento.
Me revisto del Espíritu Santo: Me revisto de su Unción, me revisto de su Amor, me revisto de su Paz, me revisto de su Fidelidad, me revisto de sus dones y carismas.

Una vez revestidos con nuestras armas poderosas podemos entablar la batalla y vencer.

“En Jesucristo somos más que vencedores” Romanos 8, 37
“Yo os aseguro que todo lo que ateís en la Tierra quedará atado en el Cielo. Y todo lo que desateís en la Tierra, quedará desatado en el Cielo”, Mateo 16, 13-19

En el nombre de Jesucristo y con toda Autoridad ato todo espíritu de pasividad en la vida espiritual.
En el nombre de Jesús ato todo espíritu de desánimo.
En el nombre de Jesús ato todo espíritu de temor.
En el nombre de Jesús ato todo espíritu de derrota.
En el nombre de Jesús ato todo espíritu de falta de compromiso.
En el nombre de Jesús ato todo espíritu de engaño.
En el nombre de Jesús ato todo espíritu de duda.
En el nombre de Jesús ato todo espíritu de orgullo.
En el nombre de Jesús ato todo espíritu de insubordinación.
En el nombre de Jesús ato todo espíritu de falta de identidad espiritual.

En Cristo se nos ha dado toda clase de bendiciones espirituales y celestiales para llamar a lo que no es para que sea.

Me apropio de ser hijo de Dios, me apropio de la Santidad de Cristo, Me apropio de la sabiduría de Cristo, me apropio de la obediencia de Cristo, me apropio de la victoria de Cristo, me apropio del carácter de Cristo, me apropio del celo por su obra. Amén.

martes, 6 de julio de 2010

Liturgia Penitencial

RENOVACION DEL SACRAMENTO DEL BAUTISMO




Introducción.

Como culminación de esta primera parte del Curso de Evangelización, como renovación del Bautismo, se celebra una Liturgia penitencial, con el esquema de una Liturgia de la Palabra, donde se expresan los diversos aspectos de la conversión y la fe como aceptación de Jesús como Salvador. Es el primer momento importante del curso de evangelización.

Para llevar esta Liturgia se sigue el siguiente esquema:

o Introducción y cantos penitenciales
o Palabra de Dios: lecturas de contenido penitencial, en las que se encuentre una invitación a la conversión.
o Homilía, ubicando el sentido y el propósito.
o Expresión de los diversos aspectos de la conversión.
o Confesión de pecado
o Perdón de resentimientos Renuncia a Satanás
o Expresión de la respuesta de fe:
o Oración del Padre nuestro
o Oración para recibir a Jesús
o Como respuesta sacramental:
o Oración de liberación
o Absolución sacramental
o Cantos de alabanza y acción de gracias

(Antes de la Liturgia Penitencial o en los días inmediatos a ella, se invitará a las personas a que hagan una confesión sacramental personal).

Liturgia Penitencial



1.- Confesión de pecado

A cada frase repitamos: Perdón, Señor, perdón.

• Por no amarte con el ser entero y sobre todas las cosas.
• Por no tenerte como centro y Señor de mi vida.
• Por tener ídolos que sustituyen tu lugar y tu acción.
• Por no leer ni meditar diariamente tu Palabra.
• Por no actuar en tu presencia, con atención amorosa a Ti.
• Por no apartarme diariamente para orar.
• Por no participar frecuentemente en la Eucaristía.
• Por buscar conocimiento y poder en fuentes contrarias a Ti.
• Por utilizar tu Nombre en cosas contrarias a tu voluntad.
• Por no dar buen testimonio de Ti a los demás.
• Por no testificar de tu presencia en toda oportunidad.
• Por no estar comprometido en la misión evangelizadora.
• Por la falta de amor, entrega y servicio a mis hermanos.
• Por mantener resentimientos y rencores, y no ser capaz de perdonar.
• Por juzgar y hablar mal de los demás.
• Por cualquier ofensa, injusticia y daño a los demás.
• Por toda mentira, engaño, difamación y calumnia.
• Por las envidias, celos y discordias.
• Por toda codicia, afán de poseer más.
• Por todo robo o daño a los bienes del otro.
• Por no restituir o restaurar los daños causados.
• Por todo afán desordenado de lucro, de poder o de placer.
• Por toda impureza, sensualidad, fornicación y adulterio.
• Por no disciplinarme ante los estímulos sexuales y eróticos.
• Por ser causa consciente de tentación para los demás.
• Por todo desorden en la comida y en las bebidas.
• Por utilizar o promover drogas.
• Por no vivir el matrimonio de acuerdo a tu voluntad.
• Por no cumplir con una paternidad responsable.
• Por no cumplir debidamente los deberes cívicos.
• Por toda omisión culpable en la promoción de la justicia.
• Por no preocuparme y no hacer nada a favor de los pobres.
• Por no ser miembro vivo y activo en mi parroquia.
• Por no pertenecer y no participar responsablemente en ella.
• Por no vivir con entrega generosa mi vocación y misión eclesial.

Reconozcamos no sólo los actos sino sobre todo las situaciones estables y mantenidas voluntariamente.

2.- Expresión de fe

Vamos a manifestar nuestra fe en Dios y su obra salvífica a través de Jesucristo. Signos externos: Levantar la mano derecha, una vela en la mano, de pie, en voz alta, etc. Se responde: Sí, yo creo.

• ¿Crees que Dios te creo por amor y te ama como Padre?
• ¿Crees que El está presente en el mundo y lo transforma?
• ¿Crees que El ama a todos los hombres, especialmente a los pobres y a los pecadores?
• ¿Crees que El tiene un plan de felicidad, paz y justicia para todos los hombres?
• ¿Crees que el bien siempre triunfará sobre el mal?
• ¿Crees que todos los hombres y mujeres somos hijos del mismo Padre?
• ¿Crees que tanto amo Dios al mundo que le envió a su hijo único, no para condenarlo sino para salvarlo?
• ¿Crees que Jesús, Hijo Único de Dios, y único mediador entre Dios y los hombres, es capaz de salvar al mundo?
• ¿Crees que en su muerte en la cruz, murió también el pecado?
• ¿Crees que resucitó y está vivo para siempre?
• ¿Crees que tiene todo el poder en el cielo y en la tierra?
• ¿Crees que Jesús es la única respuesta y solución efectiva para los problemas del mundo?
• ¿Crees que hoy y aquí Jesús puede dar sentido a tu vida?
• ¿Crees en el Espíritu Santo fuente de Vida Nueva?
• ¿Crees que el Espíritu Santo todo lo transforma y santifica?
• ¿Crees que dirige a los creyentes y se hace presente en el amor?
• ¿Crees en la unidad y santidad del cuerpo de Cristo?
• ¿Crees que la madre de Jesús es también nuestra madre?
• ¿Crees que todo concurre para bien de los que aman a DIOS?
• ¿Crees que todo lo que haces a un hermano necesitado lo haces también a Jesús?
• ¿Crees que un día participarás de la resurrección de Jesús?
• ¿Crees que Jesús regresará triunfante a la tierra?

3.- Renuncia a Satanás y sus obras.

Así pues la verdadera y total dependencia de Dios, nos obliga a renunciar a todo aquello que nos ha encadenado al pecado, repitiéndonos formalmente nunca más volver a El. De pie se responde: Sí renuncio.

• ¿Renuncias a Satanás?
• ¿A todas sus obras y seducciones?
• ¿Al ocultismo, esoterismo y toda superstición?
• ¿A querer conocer el futuro al margen de Dios?
• ¿A la magia, curanderismo y hechicería?
• ¿A la lectura de las cartas, del café, del té y de la mano?
• ¿Al espiritismo y toda invocación de los muertos?
• ¿A la astrología, al zodiaco, a los horóscopos?
• ¿A adquirir poder y control sobre ti y los demás al margen de Dios?
• ¿Al control mental y a la dianética?
• ¿Al uso de amuletos, fetiches y talismanes?
• ¿Renuncias a filosofías contrarias al cristianismo?
• ¿Renuncias a la Nueva Era de Acuario también llamada New Age?
• ¿Renuncias completamente y para siempre a todo esto?
• ¿Renuncias también en nombre de tus antepasados?
• ¿Renuncias a todo egoísmo, lujuria y maldad?
• ¿A toda autosuficiencia, codicia y ambición?
• ¿A todo orgullo, soberbia y vanidad?
• ¿Renuncias a odios, rencores, celos y resentimientos?

4.- Oración para aceptar a Jesús como tu Salvador Personal

Ven, Señor Jesús. Te necesito. Te abro la puerta de mi corazón y de mi vida; te acepto personalmente como mi Salvador. Concédeme experimentar tu amor, tu salvación, tu liberación; dame tu vida en abundancia. Límpiame, purifícame, renuévame, transfórmame. Entra en mi corazón y en mi vida y llénala de ti. Haz de mí lo que quieres que yo sea. Protégeme y guárdame.

María, madre del Señor y madre mía, llévame a Jesús y enséñame a ser su fiel discípulo. Amén.

8.- Proclamación del Señorío de Jesús

Los que quieran rendir a Jesús todos los aspectos de su vida responden: Jesús es mi Señor.

• De mi familia y amistades
• De mi pasado, presente y futuro.
• De mis estudios o trabajo.
• De mi salud y enfermedad.
• De mi pobreza y riqueza.
• De mis amigos y conocidos.
• De mi cuerpo y de mi alma.
• De todas mis relaciones personales.
• De mi sexualidad y emotividad.
• De mi patria y de mi hogar.
• De mi casa y de mis bienes materiales.
• De mis esperanzas y temores.
• De mi vida cívica, política y social.
• De mi imaginación y memoria.
• De mi inteligencia y voluntad.
• De mis ojos y oídos, manos y pies.
• De mi manera de divertirme.
• De mi manera de comer, de vestir, de pensar y de hablar.

Las siguientes oraciones son opcionales de acuerdo a las necesidades de la comunidad, los objetivos del curso y el criterio del sacerdote asesor, pero hacen la experiencia espiritual de la liturgia penitencial más completa y fructífera.

5.- Sanación de los sentidos

Harán la señal de la cruz en el lugar que se vaya indicando con el dedo pulgar.

6.- Perdón de resentimientos

(Sanación interior)

7.- Oración de liberación.

lunes, 5 de julio de 2010

Sexto tema: El Señorío de Jesús


TEMAS PARA LA RENOVACION DEL SACRAMENTO DE LA CONFIRMACION







Objetivo del tema: Proclamar a Jesús, Señor del universo y Señor de cada área de la vida.


A. Jesús Señor

Jesús, al tercer día de su ignominiosa muerte en la cruz, fue resucitado por el Poder de Dios, y sentado a su diestra. ¡Jesús está vivo!, gritaba la Iglesia primitiva. ¡Jesús está vivo!, era la Buena Nueva que anunciaban las comunidades cristianas. ¡Jesús está vivo!, es el centro de la vida de la Iglesia. Dios no permitió que su Hijo experimentara la corrupción, al contrario, le exaltó y le glorificó.

- Le dio el Nombre que está sobre todo nombre: Flp 2,9.
- Le concedió todo poder en el cielo y en la tierra: Mt 28,13
- Lo llenó de su Santo Espíritu: Hech 2,33
- Lo constituyó Señor y Mesías: Hech 2, 36.

La resurrección, exaltación y glorificación de Jesús es el culmen de su obra salvífica. Si Cristo no hubiera resucitado vana sería nuestra fe. Si Cristo no hubiera sido glorificado vana sería nuestra predicación y nuestra esperanza.

Sin duda que el culmen de la glorificación es la recepción del Espíritu Santo. El gran premio que el Padre le concedió a su Hijo en su exaltación fue una nueva y más abundante efusión de su Santo Espíritu:

“Exaltado por la diestra del Padre ha recibido el Espíritu Santo prometido” (Hech 2,33)

Si durante su vida terrena siempre estuvo recibiendo Espíritu Santo, por su gloriosa exaltación lo recibió de una manera infinita.

Y, con la recepción del Santo Espíritu, se le concedió la más alta investidura de poder en el cielo y en la tierra: Fue constituido SEÑOR:

"Sepa con certeza toda la casa de Israel que Dios ha constituido Señor y Cristo a este Jesús”. (Hech 2,36)

SEÑOR: El título de Señor lo ha constituido como dueño absoluto de todo el universo: del pasado, del presente y del futuro. Hombres, animales y toda la creación le están sometidos. Vencedor de la Muerte y del Maligno. Cielo, mar y tierra están bajo su poder. Juez de vivos y muertos: Hech 10,42; el Salvador: Hech 13,23; el Jefe que lleva a la Vida: Hech 3,15; el Mesías anunciado por los profetas: Hech 3,18.

Por otro lado, el título del Señor (Kyrios), que en el Antiguo Testamento era reservado exclusivamente para Dios, al ser aplicado a Jesús, afirma de una manera muy eminente su carácter divino. ¡Jesús es El Señor!

B. Jesús, mi Señor

Pero el dominio de Jesús sobre todo el universo debe extenderse de una manera especial y concreta sobre aquellos que creen en su Nombre; sobre cada uno de nosotros. Jesús es El Señor, pero debe llegar a ser efectivamente mi Señor, mi Rey. Esto es, quien decida en todas las áreas de mi vida, y quien gobierne toda mi existencia. El, quien dirija todos los deseos y apetitos, el que tome todas las decisiones de la vida: las grandes y las pequeñas.

“Si confiesas con tu boca que Jesús es Señor y crees en tu corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos serás salvo”. (Rom 10,9)

Se trata de proclamar el Señorío de Jesús en todas las áreas de nuestra vida. Esto de ninguna manera anula nuestra personalidad o capacidad de decisión. Todo lo contrario. Se trata de hacer precisamente la decisión fundamental de que en adelante, sea Jesús quien tome todas las decisiones de la vida.

Ahora bien, el Señorío de Jesús es total o no es Señorío. O Jesús es Señor cien por ciento o no lo es. El no acepta el cincuenta por ciento de nosotros, ni el ochenta ni el noventa. Ni siquiera el noventa y nueve por ciento. Para que Jesús sea Señor se le tienen que rendir todas las áreas y aspectos de la vida. Hay que abrirle todos los rincones de nuestro corazón y permitirle que al entrar en ellos, los inunde con su luz.

Jesús no pide mucho. Jesús lo pide todo. El no se con¬tenta con formar parte o ser un aspecto de nuestra vida. El quiere ser el centro único de nuestra existencia. O todo o nada. O frío, o caliente, pero no tibio. A los tibios los vomita de su boca: Ap 3,15-16. El no admite ser sólo un adorno decorativo en nuestra vida, sino un personaje real que vive en nuestro corazón y gobierna efectivamente todo nuestro ser. Jesús quiere ser verdaderamente, el Rey de nuestra existencia.

Por eso, su reinado no puede ser como el de las monarquías constitucionales de Inglaterra, Bélgica o Suecia. No. En Inglaterra, por ejemplo, la reina Isabel II es un personaje muy importante: su imagen y su retrato la vemos por todas partes: está en los billetes y las monedas. La encon¬tramos en las estampillas postales y en las oficinas de gobierno. En el sitio más importante del Parlamento inglés, está la imagen de la reina. Tiene un palacio, ricas joyas y su carroza es tirada por doce caballos blancos. ¡Ella es la reina!, sin embargo, ella no es la que gobierna en Inglaterra. La autoridad suprema no es ella sino el Primer Ministro y el Parlamento. En el Parlamento está la fotografía de la reina, pero no es ella quien toma las decisiones importantes.

La reina es para los desfiles, las fiestas importantes y los aniversarios, pero no gobierna el país. Ella, ciertamente, firma los tratados y las leyes, pero los tratados y las leyes fueron elaborados por el Primer Ministro y el Parlamento. A ella simplemente se los dan para que los firme.

Hay muchos cristianos que toman el reinado de Jesús. Rey de reyes, como el de la reina de Inglaterra. Cada uno hace las leyes de cómo quiere vivir, hace los proyectos de su vida, toma sus decisiones y luego nada más va a Jesús para que los apruebe y firme, no permitiéndole que tenga parte alguna en su elaboración. Jesús es el Rey, pero ellos son los Primeros Ministros.

Otros se cuelgan la imagen de Jesús en una medalla de oro con una lujosa cadena. Jesús y su reinado es sólo algo exterior para ellos, porque quien gobierna su vida no es el Señor, son ellos mismos. Jesús es algo sólo exterior, que forma parte de esa vida, pero no es el centro; no es verdaderamente el Señor.

Otros más, tienen la imagen de Jesús en su casa, pero sólo es un simple adorno, porque quien gobierna ese hogar y esa familia no es Jesús sino ellos mismos. El cuadro es un adorno artístico porque Jesús no es realmente el Señor allí.

En el comedor de una casa había una imagen del Señor Jesús muy hermosa, enmarcada en oro y terciopelo, iluminada con un reflector que la hacía resaltar aún más, cau¬sando la admiración y el comentario de propios y extraños:

- Ya tiene treinta años ese cuadro en nuestra casa, dijo el padre de familia. El Señor Obispo lo colocó aquí.
- Sí  -continuó la esposa-, pero hace apenas dos años que el Espíritu Santo lo puso como Señor de nuestro corazón.

Cristiano no es el que tiene una imagen de Jesús en su casa o en su cuello, sino el que es una imagen de Jesús en su casa y fuera de ella. Cristiano no es el que dice con su boca: "Señor, Señor", sino el que realmente vive haciendo la voluntad del Padre de los cielos. Leer Mt 7,21.

Si de alguna manera se pudiera sintetizar o describir la experiencia de la Renovación Carismática y de todo convertido al Señor, sería con las frases: "Jesús es mi Señor", "Jesús es nuestro Señor", hechas realidad. La diferencia fundamental entre un cristiano y otro que no lo es, aunque se diga tal, es que el pagano habla, se divierte, piensa y vive según los deseos de la carne, con los criterios mundanos y haciendo siempre su propia voluntad.
El cristiano, por el contrario, vive según la voluntad del Señor, regido por los valores del Evangelio, con los criterios de Cristo y al impulso del Espíritu. No basta que Jesús sea nuestro Salvador. Es necesario que llegue igualmente a ser nuestro Señor. De otra manera queda incompleta su obra salvífica.

C. Proclamación del Señorío de Jesús, aquí y ahora

Si Jesús no es todavía realmente el Señor de toda tu existencia, hoy es el momento en que lo puedes proclamar como tal. Este es lugar para hacerlo. Decídete a vender todas las perlas para poder comprar la Perla preciosa. Decídete a entregarlo todo para quedarte con Jesús. En verdad vale la pena. Concretamente el Señorío de Jesús consiste en que hagamos todo y sólo lo que él quiere, como él quiere y cuando él quiere.

Pero, ¿cómo nos dirá Jesús cuál es su voluntad? Muy sencillo. En cada circunstancia en que nos encontremos bastará con preguntarnos ¿cómo actuaría Jesús si estuviera en mi lugar? Es más, hay que preguntarle al mismo Jesús: ¿Comprarías este vestido, Señor Jesús? ¿Cómo usarías tú el dinero, Señor Jesús? ¿Cómo amarías, Jesús, a tus hermanos, amigos y enemigos?... y hacerlo tal como lo haría Jesús.

"Hagan lo que él les diga": (Jn 2,5): nos dijo la Mujer que realmente fue "esclava del Señor" y en quien la Palabra de Dios se hizo carne.

“Si confiesas con tu boca que Jesús es Señor y crees en tu corazón que Dios le resucitó de entre los muertos, serás salvo. Pues con el corazón se cree para conseguir la justicia y con la boca se confiesa para conseguir la salvación” (Rom 10,9-10)


Video del canto "Te Amo mi Señor Jesús" de Elmer Hernandez


sábado, 3 de julio de 2010

Quinto tema: Renuncia a Satanas y a sus Obras

...y a sus pompas.

TEMAS PARA LA RENOVACION DEL SACRAMENTO DEL BAUTISMO




“El mundo entero yace bajo el poder del Maligno”. 1 Juan 5, 19

Definitivamente que un paso previo a la conversión cristiana es la renuncia a Satanás y sus obras, puesto que no se puede servir a dos amos y menos, estando tan extremos, puesto que mientras uno, Dios, es el Amor eterno, el Bien por excelencia; el otro es el mal en todas sus manifestaciones. Desde los primeros siglos de la iglesia, como parte integrante del rito del bautismo y de la conversión, se tiene la renuncia a Satanás y sus Obras como una práctica común. Andar caminando en las obras y los terrenos de Satanás son pecados contra el primer mandamiento.

Obras de Satanás son toda práctica o actividad de idolatría, ocultismo y superstición, así como libros y objetos usados en este contexto. (Amuletos, talismanes, etc.) Pecados muy graves contra el primer mandamiento y a veces contra el segundo.


Veamos esta cita bíblica que refleja nuestra realidad actual:

"Porque llegará el tiempo en que los hombres no soportarán más la sana doctrina; por el contrario, llevados por sus inclinaciones, se procurarán una multitud de maestros que les halaguen los oídos, y se apartarán de la verdad para escuchar cosas fantasiosas. Tú, en cambio, vigila atentamente, soporta todas las pruebas, realiza tu tarea como predicador del Evangelio, cumple a la perfección tu ministerio". (2 Tim 4, 3-4)

Estos tiempos de los que nos habla Timoteo han llegado. Cada vez son menos los católicos que toman en serio su vida espiritual. Hoy la mayoría busca creer en algo que no le implique compromisos, que no le ponga exigencias para poder seguir viviendo conforme su volutad sin detenerse a consultar su conciencia. Esto Satanás lo sabe y a creado un sinfin de opciones para ellos. Creencias supersticiosas, ritos y filosofías que ahogan la fe verdadera y que desgraciadamente los atrapan en graves pecados.

Pecado y daño

Todo pecado nos causa un daño, a veces muy grave. Para que haya pecado en una persona, necesita haber conocimiento y consentimiento libre de lo que se hace. Pero para que haya daño, puede darse incluso por ignorancia, juego o curiosidad. Es terreno objetivo de contagio (del daño), haberlo cometido una o varias veces, y peor si se hace a ciencia y conciencia y por períodos largos. Puede existir pecado y daño al mismo tiempo. O sólo daño, aunque no exista pecado, o este ya haya sido perdonado y subsistir el daño en diversas áreas, intenso o grave.

Diversas formas de daño a causa del pecado.
Leve o grave, pasajero o estable.

Puede ser: fisiológico-orgánico, psicológico, moral o espiritual, con mayor o menor intensidad, transitorios o persistentes. Pueden darse coexistiendo con gracia de Dios e incluso con diversos niveles de virtud o santidad, porque la presencia o acción del enemigo no es en el espíritu sino en el cuerpo, a través del cerebro y del sistema nervioso.

Diversos grados de seriedad o gravedad en el daño se manifiesta en: perturbación, opresión, sujeción o posesión diabólica dependiendo de la profundidad, intensidad, o persistencia. La posesión diabólica es muy rara en países cristianos, pero lo demás es muy frecuente.

Dios nos pide, nos exige que para seguirlo, primero debemos realizar una renuncia radical y rompimiento a toda obra de Satanás: Prácticas, actividades y objetos aún y cuando no hayamos percibido daño alguno.
Para limpiarnos del pecado debemos seguir estos pasos: reconocimiento del pecado, arrepentimiento, confesión, y absolución sacramental.

Expuestos al odio

Cuando andamos en las obras de Satanás, nuestros corazones son expuestos al odio, rencor, resentimiento, etc. y quedan atrapados en esos sentimientos. Para limpiarnos los resentimientos. Ubicarlos y tener la voluntad de perdonar a cada persona, expresando interiormente el perdón hacia quien nos ha ofendido o lastimado. Para las obras de Satanás: reconocer en que campos se ha metido, arrepentirse, renunciar interiormente, voluntad firme de romper totalmente en adelante, expresar exteriormente la renuncia, decisión de deshacer y destruir toda clase de literatura y objetos, y después recibir una oración de liberación que es una forma de exorcismo menor como se encuentra en el rito bautismal de adultos.

Obras y terrenos de Satanás

- Ocultismo: Conocimiento de lo oculto o futuro al margen de Dios por medio de:
- Astrología y horóscopos, lectura de las cartas, de la mano y del café o las galletas, ouija, espiritismo, espirtualismo.
- invocación de muertos.
- Magias: Magia negra, blanca, verde, roja, hechicería, brujería, curanderismo, maleficios, santería.
- Esoterismo: Grupos y procesos iniciáticos con ritualismos paganos donde se utiliza mucho, simbologías ocultas: rosacruces, masones, teosofía, illuminatis,
- Gnosticismo, filosofías orientales como feng chui, yoga, reencarnación, viajes astrales, meditación trascendental.
- Prácticas de poderes extrasensoriales.
- Cienciología o dianética.
- New Age.
- Hipnotismo.
- Devoción a la “Santa” Muerte.
- Fidencismo.

“Cuando entres a la tierra que Yavéh tu Dios te da, no aprenderás a hacer según las abominaciones de aquellas naciones. No sea hallado en ti quien haga pasar a su hijo o a su hija por el fuego, ni quien practique adivinación, ni agorero, ni sortílego, ni hechicero, ni encantador, ni adivino, ni mago, ni quien consulte a los muertos. Porque es abominación para con Yavéh cualquiera que hace estas cosas, y por estas abominaciones Yavéh tu Dios echa estas naciones de delante de ti.” (Deuteronomio 18, 9-13)

Cada quien debe de ver en que campos o actividades se ha metido, reconocerlos como contrarios a Dios. Decidir romper definitivamente con ello, para recibir el perdón y la liberación de DIOS y poder vivir la vida nueva que Dios nos da, para que se pueda manifestar el auténtico poder de DIOS, que es el Espíritu Santo.

«Si enseñas esto a los hermanos, serás buen ministro de Cristo Jesús, nutrido en las palabras de la fe y de la buena doctrina que has seguido. Cuanto a las fábulas profanas ya los cuentos de viejas, deséchalos» (1 Tim 4,6). «jOh, Timoteo!, guarda el depósito a tí confiado, evitando las palabras vanas y las contradicciones de la falsa ciencia, que algunos profesan, extraviándose de la fe» (1 Tim 6,20,21).


Cuarto Tema (b): La Conversión

TEMAS PARA LA RENOVACION DEL SACRAMENTO DEL BAUTISMO




La forma más concreta como se manifiesta la fe es mediante la conversión.


Mercurio

Mercurio es el planeta más cercano al sol. Por esta razón se pensaría que su temperatura es altísima y su calor incandescente. Pero no es del todo cierto, pues la parte que es iluminada por el sol es tan caliente, como tan fría y helada la que permanece sin su luz. Sólo cuando el planeta da vuelta sobre su propio eje y vuelve la cara al sol, se calienta y se vuelve luminoso.

Hay cristianos que están muy cerca de Dios pero que permanecen fríos y en tinieblas porque no basta estar cerca de Dios, sino presentarle la cara oscura y tenebrosa para que El la ilumine y transforme. Hoy es posible dar la vuelta a Dios para experimentar el cambio total, gracias a su luz redentora. Siempre se ha dicho que la conversión es un cambio de vida, pero esto no quiere decir que se reduce a un cambio de moral. El cambio de moral es consecuencia del cambio de vida, y la conversión es mucho más profunda que un simple cambio de conducta.

Como la moneda mexicana se está devaluando más y más cada día, entonces decido convertirla en otra moneda que no se devalúe. Voy al banco y, entregando mi moneda, recibo aquella moneda que no se devalúa. La conversión consistió en que yo entregué una cosa y recibí otra a cambio.

En nuestro caso entregamos nuestra vida sin valor, tal y como está, con nuestro pecado. Es decir, entregamos una vida devaluada por las heridas del pecado, pero a cambio recibimos la Vida misma de Jesús: la única que en verdad tiene valor y que jamás se devalúa. Es una Vida que ciertamente vale la pena porque es vida de gozo, paz, justicia, entrega y fe.

La conversión no es sólo dejar el pecado para vivir honestamente. Ni siquiera es' una vida de fidelidad a los preceptos y mandatos del Señor. Es mucho más que eso. Se trata de convertirnos de siervos de Dios en amigos suyos; de pasar de justos a hijos; de "no hacer el mal a nadie" a dejar a Dios hacer lo que El quiere en nuestra vida.

El Divino Basurero

Jesús es el Divino Basurero que ha venido a barrer y a llevarse toda nuestra basura: miseria, enfermedades y pecados; tristezas y angustias; problemas y desesperación; falta de sentido a la vida y todo lo que no nos deja vivir. Todo eso es basura en tu vida, y Jesús, Basurero Divino, quiere llevárselo hoy.

"El tomó nuestras flaquezas y cargó con nuestras enfermedades" (Mt 8,17).

El es el Divino Basurero que se lleva nuestra basura para destruirla completamente arrojándola hasta el fondo del mar:

"¿Qué Dios hay como tú que quite la iniquidad,.la rebeldía y el pecado? Tú no mantienes tu cólera por siempre, pues eres un Dios que te complaces en el amor. Tú te vuelves a compadecer siempre de nosotros y pisoteas nuestras iniquidades. Tú arrojas hasta el fondo del mar todos nuestros pecados" (Miq. 7,18-19)

Lo único que nos pide el Basurero Divino es que pongamos nuestra "basura" en su lugar: a los pies de su cruz, para que con su Sangre redentora sea destruida.

[Los que escuchan la Palabra de Salvación deben tener un tiempo suficiente y la oportunidad para poner todo su pecado a los pies de la cruz de Cristo. Un signo exterior que manifiesta la fe y la decisión personal de poner "la basura" junto a la cruz de Jesús puede ser que cada uno escriba en un papel cuál es su basura de la que Jesús va a librarlo el día de hoy. Luego, se prende una hoguera que simboliza la sangre redentora y purificadora de Cristo. Enseguida cada uno va depositando su "basura" en el fuego que, al quemarse, significa la destrucción que Cristo hace de nuestros pecados.]

El alpinista

Sin embargo, no basta entregar lo negativo y pecaminoso de nuestra vida. Es necesario también entregar todo aquello en lo que tenemos puesta nuestra esperanza de alguna forma, para esperar sólo la salvación que viene de Dios.

Un hombre escalaba una alta montaña, cuando de pronto resbaló y comenzó a caerse a un abismo. Sólo se pudo agarrar de una rama, pero quedó colgado columpiándose en el precipicio a donde tarde o temprano caería y moriría. Cuando nada ni nadie podía salvarle levantó su corazón a Dios y le retó diciendo:

- Si tú eres Dios todopoderoso, sálvame ahora.
- Sí, sí te voy a salvar, respondió la voz de Dios que venía del cielo.

El hombre se imaginó que llegarían los ángeles o que la mano de Dios le tomaría. Pero la voz del cielo añadió:

- Si tú crees en Mí, suéltate de la rama, porque sólo si te sueltas demuestras que confías en que la salvación viene de Mí y no de ti.

¿A cuántas "ramas" estamos agarrados y es por eso que no experimentamos la salvación de Dios? Si en estos momentos nos soltamos de todas esas "ramas", que no sólo no nos pueden salvar sino que nos encadenan, Dios nos librará con su poder.

Cuando Simón Pedro se hundía en las aguas del mar de Galilea pidió ayuda a Jesús. Cierto que Pedro sabía nadar perfectamente, pues era pescador, pero prefirió ser salvado por la mano de Jesús, y se abandonó plenamente a él.

Si el pecado nos había hecho romper nuestra relación con Dios, ahora que por Cristo hemos sido reconciliados con Dios hemos de romper completamente con el pecado y con todo aquello que nos acerca a él.

La fe nos lleva a renunciar a todo otro medio de salvación fuera de Jesús; despojarnos de cualquier otra "rama" que no sea la cruz de Cristo. Al hacerlo así le damos a Dios la oportunidad de intervenir salvíficamente en nuestra vida; ya que de esa manera estamos proclamando que no hay otro nombre para ser salvados: Hech 4,12.

Quemar naves

Cuando Hernán Cortés llegó con su ejército para la conquista de México desembarcó en el puerto de Veracruz. Allí tuvo conocimiento del poderoso y organizado ejército de los aztecas. Las noticias fueron tan alarmantes que algunos de sus oficiales se desanimaron y prefirieron abandonarlo en secreto, regresándose a Cuba, que ya había sido conquistada.

Hernán Cortés supo lo que tramaban hacer, y esa misma noche se acercó a los barcos y los quemó. De esta manera ya no era posible dar un paso atrás. No les quedaba otra alternativa que lanzarse a la conquista de la gran Tenochtitlan.

En nuestro caso no es suficiente decir que queremos conquistar la Nueva Vida traída por Jesús. Es necesario quemar las naves que nos conducen al pecado para jamás poder retornar a él.

Así como Dios abrió el Mar Rojo para que su pueblo lo atravesara rumbo a la tierra de libertad y lo cerró inmediatamente después que pasaron. Es necesario que Dios cierre ese mar para que jamás podamos regresar a la esclavitud del pecado. Es necesario que nosotros decidamos que jamás queremos regresar allá y quemar todos los medios que nos pudieran ayudar a retornar.

jueves, 1 de julio de 2010

Cuarto tema (a): Fe y Conversión

TEMAS PARA LA RENOVACION DEL SACRAMENTO DEL BAUTISMO




NOTA: Comúnmente en los cursos de evangelización fundamental o seminarios de vida en el espíritu, "fe" y "conversión" se comparten en un sólo tema. Por razones prácticas y técnicas, he separado ambos conceptos en dos entradas diferentes.


4a.- Cree en Jesús y conviértete


Objetivo del tema: Tener un encuentro personal con Jesús Salvador, por la fe y la conversión. Hacer un acto de fe y de conversión.

Si Jesús ya nos salvó, ¿por qué entonces no experimentamos todos los frutos de la salvación en nuestra vida y en nuestro mundo? Ciertamente él ya nos salvó y nos dio la Nueva Vida. Pero lo que hace falta es que nosotros aceptemos y recibamos lo que Jesús ya ha ganado para nosotros. Un hermano tuyo te envía un documento (testamento) donde te hereda todos sus bienes, con la única condición de que tienes que ir donde él está para tomar posesión de ellos. El ya te los dio. Son tuyos, pero para poder hacer uso de ellos debes ir con tu hermano.

Jesús es tu hermano que te invita a participar su herencia de Hijo de Dios. El ya te dio la capacidad de llegar a vivir como tal. Lo único que necesitas es ir a él para hacer tuya la Vida Nueva que él te ha regalado. ¿Qué debemos hacer para vivir la vida de Jesús?, le preguntó aquella multitud a Pedro la mañana gloriosa de Pentecostés. Toda esa gente se había dado cuenta de que los Apóstoles, junto con María, vivían la vida humana de tal forma, que inspiraba a los demás a querer vivir de la misma manera. La respuesta de Pedro fue sencilla: crean en Jesús, conviértanse de sus pecados, y entonces podrán vivir la vida del Hijo de Dios resucitado. Fe y conversión es lo único que nosotros necesitamos para vivir la vida de Dios traída por Jesús.

La Fe

La fe es el medio necesario para conectar con la salvación, pues por ella habita Cristo en nuestro corazón: Ef. 3,17. Ciertamente sólo Jesús salva, pero el medio por el cual esa salvación llega hasta nosotros es la fe: Rom 5,1-2; Hech 10,43.

“Hemos sido salvados por gracia, mediante la fe, y esto no viene de nosotros mismos, sino que es un don de Dios”. Ef 2,8.
“La total justificación la obtiene por Jesucristo todo el que cree”. Hech 13,38.

Esta fe, don de Dios, es al mismo tiempo la respuesta a su iniciativa, que le dice: "sí te creo, y acepto cien por ciento al que Tú enviaste a este mundo para salvarme". Es confianza, dependencia y obediencia a Jesús salvador, muerto y resucitado que es el único mediador entre Dios y los hombres. La fe es la certeza de que Dios va a actuar conforme a las promesas de Cristo. Por tanto, la fe no es creer en algo, sino en Alguien; y entregarse a esa persona sin límites ni condiciones. Tampoco es un asentimiento intelectual a cosas que no entendemos, sino una confianza y dependencia a Dios y su plan de salvación. La fe ni es un sentimiento, ni se mide por la emoción, ni tampoco es autosugestión. Es una decisión total del hombre que envuelve todo su ser y compromete toda su persona.

“Si confiesas con tu boca que Jesús es Señor y que Dios le resucitó de entre los muertos, serás salvo. Pues con el corazón se cree para conseguir la justicia y con la boca se confiesa para conseguir la salvación”. Rom 10,9-10.

Cuando Pablo habla de corazón y boca se está refiriendo tanto a lo más íntimo, como a lo más externo del hombre. Es decir, la fe tiene que ser tan profunda como manifiesta. La fe, por tanto, nos lleva a actuar conforme a lo que creemos, cambiando nuestra forma de vivir. De otra manera no es fe, sino sentimiento, ideología o creencia.

El equilibrista

La fe en Cristo muerto y resucitado nos llevará a morir con él para resucitar con él. La fe, o se manifiesta, o no es fe. La fe que no se manifiesta sería como un fuego que no calienta ni quema. La fe, por ser fe, debe ser tanto interior como exterior.

En Nueva York hubo dos rascacielos impresionantemente altos, a treinta metros de distancia uno del otro. Un famoso equilibrista tendió una cuerda en lo más alto de estos edificios gemelos con el fin de pasar caminando sobre ella. Antes dijo a la multitud expectante:

- Me subiré y cruzaré sobre la cuerda; pero, necesito que ustedes crean en mí y tengan confianza en que lo voy a lograr...
- Claro que sí, respondieron todos al mismo tiempo.

Subió por el elevador y ayudándose de un vara de equilibrio comenzó a atravesar de un edificio a otro sobre la cuerda floja. Habiendo logrado la hazaña bajó y dijo a la multitud que le aplaudía emocionada.

- Ahora voy a pasar por segunda ocasión, pero sin la ayuda de la vara. Por tanto, más que antes, necesito de su confianza y su fe en mí.

El equilibrista subió por el elevador y luego comenzó a cruzar lentamente de un edificio hasta el otro. La gente estaba muda de asombro y aplaudía. Entonces el equilibrista bajó y en medio de las ovaciones por tercera vez dijo:

- Ahora pasaré por última vez, pero será llevando una carretilla sobre la cuerda. . . Necesito, más que nunca, qué crean en mí y confíen en mí.

La multitud guardaba un tenso silencio. Nadie se atrevía a creer que esto fuera posible...

- Basta que una sola persona confíe en mí y lo haré, afirmó el equilibrista.

Entonces uno que estaba atrás gritó:

- Sí, sí, yo creo en ti; tú puedes. Yo confío en ti... El equilibrista para certificar su confianza, lo retó:

"Si de veras confías en mí, vente conmigo y súbete a la carretilla. .."

Cuando en verdad le creemos a Jesús nos subimos a su cruz, muriendo a todo aquello que no nos deja vivir. Este tipo de fe nos permite ver lo invisible y esperar contra toda esperanza, ya que todo es posible para el que cree.

El cheque

Jesús ya realizó de una vez para siempre nuestra salvación. Por la fe nosotros aceptamos, recibimos y hacemos nuestra esa salvación ya ganada por su muerte y gloriosa resurrección. Jesús ya nos ganó y nos dio la salvación. Pero nos la dio en un cheque. Por tanto, tenemos que ir a cobrarlo al Banco de la Misericordia del Padre Celestial.

* Está firmado por el mismo Jesús. Su firma es muy sencilla: una cruz. El Padre conoce muy bien la firma de su Hijo. Nadie la puede falsificar.
* La tinta con que está escrito no es sino la misma sangre de Cristo Jesús: Los méritos de su muerte y resurrección.
*La fecha: El día de hoy. Hoy es el día de la salvación. Mañana podría ser demasiado tarde. Aprovecha la oportunidad.
* La cantidad: Una Vida Nueva. Vida de hijo de Dios.
*No está "al portador" o cash, sino al nombre y apellidos de cada uno. Ningún otro lo puede cobrar por nosotros.

No se puede ni endosar ni depositar. O se cobra hoy personalmente o se pierde.

*  El Banco de las Misericordias del Padre está abierto las veinticuatro horas. En estos momentos tú puedes manifestar tu fe en Jesús delante de su Padre.
*El cheque te lo regaló Cristo. Gratis. Es pura gracia. Para cobrarlo sólo debes tener confianza en que en verdad la muerte y resurrección de Jesús responden por la Vida Nueva que dice el cheque; que la Sangre de Cristo tiene suficientes méritos ante el Padre para otorgarnos lo que el mismo Cristo nos ganó: La Vida Nueva.

Ahora bien, la fe en que Jesús ya nos salvó, no nos permite buscar otros medios de salvación. Sería como si para subir a un edificio muy alto tratáramos de ascender por la escalera, teniendo el elevador a nuestra disposición. Jesús es ese elevador que nos lleva al Padre. Sólo hay que meternos en él por la fe para que nos lleve hasta Arriba.

Para experimentar plenamente la salvación de Dios es necesario esperarla con la seguridad que viene de la confianza en que Dios cumple lo prometido: Hágase en vosotros según vuestra fe, dijo Jesús a los dos ciegos que luego recobraron la vista: Mt 9, 29. Por otro lado, el esperar en Jesús significa confiar y depender sólo de él, y de nadie más.

La fe, dice J. Jeremías, "es la mano que toma la obra salvífica de Cristo y la ofrece al Padre". Es como la tubería que hace que el Agua Viva de la salvación llegue hasta nosotros, o como el cable que transporta la fuerza de la obra de Cristo a nosotros.

La fe se vive en cada circunstancia de nuestra vida, y de esa manera es posible experimentar en cada momento la salvación de Jesús. Por eso, recuerda San Pablo las palabras del profeta: "El justo vivirá por la fe". Rom 1,17; Ha 2,4. Es decir, vamos caminando de fe en fe, dando sucesivos pasos. Un paso no nos lleva hasta la meta, pero sí nos acerca. Por tanto, es necesario que hoy demos un primer paso en fe manifestando que creemos en Dios y su plan de salvación sobre nosotros.